LAS PREGUNTAS

Podemos preguntar directamente a quien piensa lo contrario de los que defendemos. La pregunta es una herramienta muy útil para cuestionar la solidez de los argumentos y evidencias presentadas por los otros: debemos intentar que sean concisas y claras, y evitar las muy extensas o complicadas. 

Las preguntas tratan de:
  • Clarificar: A ver ¿qué entendéis por ser español o catalán?
  • Desvelar incoherencias y contradicciones: ¿Criticáis a unos por mostrar su bandera como un acto agresivo, mientras defendéis venerar la vuestra?
  • Señalar errores en los datos: ¿El divorcio es algo nuevo, como decís, propio de esta democracia? No: ya se aprobó en los años treinta durante la II República.
  • No tener un argumento bien respaldado: Decís que mandar tarea para casa es beneficioso, sin embargo ¿qué argumentos dais para ello?

En el caso de que seamos nosotros los interpelados, nuestras respuestas a este tipo de preguntas han de:

  • Mostrar seguridad y amabilidad, es decir, lo contrario de debilidad. Por ejemplo, a la pregunta de ¿No creéis que hay que gastar menos en fútbol y más en educación? Podemos responder que el fútbol es una actividad privada que nada tiene que ver con las inversiones públicas en educación.
  • No desviarse de la pregunta ni contraatacar con otra pregunta, porque se puede incurrir en el tu quoque y en no responder, aparentando que queremos evadir la respuesta. Nos preguntáis qué hemos hecho por el país ¿acaso vosotros habéis colaborado en algo?
  • Podemos tener preparadas respuestas si hacemos de abogado del diablo de nuestros argumentos, es decir, anticipamos qué objeciones nos pueden hacer para, así, pensar en la respuesta.

¿Qué preguntas les haríamos a estas personas que aparecen el vídeo?

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